Gestionando los conflictos en la familia
Todos nosotros estamos constantemente enfrentándonos a problemas y decidiendo cómo solucionarlos. Muchas veces, el proceso de resolver conflictos diarios es tan automático que ignoramos cómo lo hacemos exactamente. No obstante, nuestra vida se paralizaría si no tuviéramos la capacidad de identificar las dificultades y llegar a decisiones eficaces. En este aprendizaje están incluidos los niños porque también ellos se enfrentan con sus problemas diariamente.
Los conflictos pueden definirse como la confrontación entre dos o más personas que demandan una solución. Los motivos que llevan a esta confrontación son muy diferentes: intereses, necesidades, deseos, opiniones, ideales o valores, o problemas de comunicación.
En cuanto al motivo de los conflictos existen varias causas pero el que se da con mayor frecuencia es el conflicto de intereses, que se define como aquel en el que compiten puntos de vista contrarios ante la realización de una conducta. Los intereses suelen estar relacionados con el dinero, tiempo, confianza, libertad, etc. Ejemplo: adolescente que quiere mayor libertad horaria pero los padres no están de acuerdo.
LOS CONFLICTOS EN LA FAMILIA
- Los conflictos son inevitables, ya que se enfrentan las necesidades de los progenitores y las de sus hijas e hijos.
- Son complejos, pues involucran las relaciones, los sentimientos y emociones, las conductas y sus consecuencias, etc..
- Son necesarios. No hay que ver los conflictos como algo negativo ni tratar de evitarlos a toda costa. Una relación en la que no existen conflictos (aparentes) puede ser menos sana que una con conflictos (explícitos) frecuentes.
- Ninguna parte cede. Ambas partes quieren ganar el 100%.
- Se involucran terceras partes. A veces familiares, amigos, etc. con la sincera intención de ayudar impiden que las partes en conflicto encuentren sus propias soluciones.
- Creencias, principios, etc. A veces nuestras creencias (religiosas, morales) nos impiden entender otros puntos de vista.
- Estado emocional. La ira, la frustración, el miedo, la inseguridad, etc. son enemigos de la búsqueda adecuada de soluciones, y solo nos nublan la visión real del problema.
- Distorsiones perceptivas (interpretaciones erróneas de los intereses o deseos de la otra parte: “me ha dicho que me entiende solo para que me calle”). Suele ser consecuencia de un estado emocional alterado.
- Falta de comunicación, o comunicación distorsionada (ver tema).
- Compromisos excesivamente rígidos. No nos queremos “apear” de nuestras posiciones (“He dicho que no salgo y no salgo”). A veces tememos perder autoridad por flexibilizar nuestra postura.
- Exponer los intereses con antelación, no de manera precipitada; estas explicaciones deben ser concretas y claras.
- Se debe usar la empatía, esto quiere decir que debemos situarnos en el lugar de la otra persona comprendiendo o intentando comprender sus razones.
- Mejorar la comunicación mediante el uso del dialogo.
- Presentar alternativas, es decir, proponer otros medios para acercar los puntos de vista.
- Usar estrategias como la negociación, mediación, o arbitraje.