Los/as hijos/as no se divorcian de sus progenitores
¿Qué queremos conserguir con este tema?
- Promover la toma de conciencia de las repercusiones que pueden padecer los menores de padres separados de forma conflictiva, cargadas casi siempre de hostilidad, rabia y frustración.
- Tener en cuenta las necesidades de los hijos e hijas en estos procesos y en el futuro.
- Prevenir la aparición de dificultades en los menores.
Separado, divorciados...La decisión
La separación o divorcio ha pasado de ser algo excepcional a convertirse en algo habitual, que provoca una crisis intensa en la que no sólo está involucrado la pareja, sino muy especialmente hijos/as y en general toda la familia.
Todo parte de una decisión de una o ambas partes de una pareja, y cuando no hay descendencia ni otras responsabilidades familiares, todo puede reducirse a un reparto de bienes, si los hubiera, y a la disolución de esta unión.
Sin embargo, todo cambia cuando hay hijos/as de por medio.
¿Cómo afecta esta decisión a los menores?
Lo que cuesta entender en estos casos es que nuestros hijos e hijas no se divorcian de nosotros. Por tanto, somos responsables de conseguir que esta decisión que hemos tomado como adultos les afecte de la menor manera posible, sabiendo ya que ellos solo pueden sufrir las consecuencias de nuestras decisiones.
Cuando decidimos separarnos nuestros hijos e hijas experimentan un duelo, una auténtica pérdida, ya que los niños/as se identifican no sólo con su madre o con su padre como individuos aparte, sino con la relación que tenemos como pareja. Algo que en esa construcción que hacen de su mundo y su entorno era un pilar fundamental (no vamos a hablar de situaciones excepcionales, maltrato, enfermedades, etc.).
La carencia afectiva más importante es la que se produce, no porque ya no existan sus progenitores (la pérdida por fallecimiento), sino porque los padres realmente existen pero están distanciados emocionalmente, y no pueden entenderlo.
Y tienen que vivir ese duelo, y elaborar una nueva realidad donde habrá dos familias, la de su madre y la de su padre, cada una con sus propias reglas y su propio funcionamiento y evolución.
A continuación vamos a señalar diversos factores que acentúan y cronifican los efectos perjudiciales que tiene la separación sobre hijos e hijas. Se trata de factores que aumentan la vulnerabilidad de los menores en situaciones de separación y divorcio.
- Ausencia física y emocional del pariente no custodio.
- Los conflictos entre los progenitores antes, durante y después de la separación.
- Discrepancias en pautas educativas y en otros aspectos relativos al desarrollo emocional de hijas e hijos.
- Relaciones progenitores-hijos/as de poca calidad afectiva.
- Perder el contacto con familiares, amigos y profesores.
- Múltiples cambios familiares: hogar, colegio, barrio etc.
- Dificultades socioeconómicas en uno o ambos progenitores.
- Actitudes victimistas en progenitores.
LO QUE NUNCA DEBEMOS HACER |
LO QUE NUNCA DEBEMOS DECIR |
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Los factores protectores son aquellos que contribuyen al ajuste correcto de los niños tras el divorcio parental y que contribuyen a un buen pronóstico. Nos referimos a aquellos factores que pueden proteger a los hijos de los efectos perjudiciales del divorcio de los padres.
- Mantener relaciones continuadas con ambas figuras parentales. Este es un factor de estabilización emocional de primera magnitud.
- Mantener, ambas figuras parentales, la función de padres de sus hijos/as.
- La capacidad de los padres para resolver y dejar al margen a sus hijos de los conflictos, peleas y resentimientos en que se ven inmersos.
- Transmitir al hijo respeto y aceptación por el otro progenitor.
- Autoriza sinceramente a tus hijos a amar a los dos padres: Permiso para amar a papá a mamá.
- El niño tiene que sentirse con libertad para hablar con un progenitor del otro: LIBERTAD PSICOLÓGICA.
- Minimizar los cambios familiares en la época post-divorcio. La adaptación es mejor cuando se permanece en el mismo espacio físico.
- Mantener las relaciones previamente establecidas con abuelos, tios, primos....
- Soportes extrafamiliares adecuados ( amigos, escuela, etc. )
- Adecuada situación económica del entorno familiar.
- Decirle al niño/a que el progenitor ausente le quiere mucho.
- Transmitirle al hijo: “Tu padre/madre y yo, podemos tener opiniones y criterios distintos pero los dos son respetables y válidos”
- “Puesto que pienso de forma distinta a la de tu padre/madre, hablaré con ella y nos pondremos de acuerdo; ya te lo comunicaremos”
- “Llama ahora a papá/mamá y le comentas esto, seguro que le alegra”.
- Evitar las discusiones delante de tus hijos: “este asunto es decisión de papá y mamá; ya lo hablaremos nosotros”.
La clave para que un/a menor salga “ileso” de un divorcio es a través de la identificación de los factores que causan las dificultades más serias.
Algo que ningún/a progenitor/a debe olvidar es que el divorcio pone fin a su relación de pareja, no al derecho de todo/a niño/a de tener padre y madre.
La carencia afectiva de uno de los progenitores es una de las consecuencias más devastadoras que la separación puede tener para un hijo. Esta situación pone en peligro los sentimientos de seguridad del niño y provoca deficiencias en la confianza básica; que es la base imprescindible para la aparición de la ternura, el amor, y la capacidad de dar.
Para ayudarlos es necesario escucharlos y permitir que expresen sus sentimientos, corrigiendo los pensamientos errados con paciencia y cariño. Puesto que los sentimientos de culpa y frustración por el divorcio de sus padres, pueden hacer que los niños pierdan la autoestima, necesitan que se les reafirme el amor y las expresiones de aprecio por sus logros y esfuerzos.
También es importante que el/la niño/a siga teniendo contacto con la familia de ambos progenitores, el afecto de los abuelos y tíos puede suministrarles apoyo.
El efecto de la separación en la conducta de los niños puede variar, pero es común que su rendimiento académico disminuya y hasta tengan problemas en su relación con los demás. La clave para manejar estos problemas es el equilibrio; necesitarán más paciencia, comprensión y amor, pero no puede permitirse que haga lo que quiera.
Los progenitores deben mantener una disciplina normal en ambas casas. Es muy perjudicial caer en la permisividad y la sobreprotección por pena o como “compensación” de lo sufrido en la separación. En una divorcio, donde los menores se encuentran confundidos y desorientados lo que más necesitan es un modelo educativo coherente y estable, junto con unos límites claros.
El cuidado, la atención y el apoyo al niño combinado con una educación y una comunicación adecuada ayudarán a que el sufrimiento del niño sea atenuado y su dolor se incorpore sanamente al proceso normal de desarrollo sin provocar alteraciones mayores.