Celos y rivalidades entre hermanos
La experiencia de tener hermanos/as es siempre positiva. La relación entre hermanos/as es beneficiosa para el desarrollo del/la menor, porque es una experiencia básica de socialización, aprende que no está solo/a, que no es único/a; realiza la experiencia de compartir, ceder, de negociar, de dialogar, de defenderse. Todo ello en un ambiente de seguridad y control como el la familia.
Los celos son un sentimiento, en el que la sensación predominante es el miedo a perder o ver reducido el cariño y atención de sus progenitores. Los celos suelen acompañarse de envidia y resentimiento hacia quien se percibe como rival.
En el/la niño/a celoso/a aparecen sentimientos ambivalentes: por una parte de resentimiento hacia el/la hermano/a, pero a su vez le aman y le quieren, y en parte reconocen que no tiene la culpa. Que aparezca este sentimiento es completamente normal.
La rivalidad entre hermanos/as se manifiesta en conflictos y disputas provocadas por la posesión de objetos, actividades, espacios, privilegios o la atención de los progenitores
- Molestar. Es frecuente que un/a hermano/a busque al otro con la intención de molestarle, fastidiarle y provocarle.
- La agresión. El rencor o los sentimientos negativos llevan al/la niño/a a agredir al pequeño sin una provocación. A veces, la agresión está solapada: a la vez que abrazan, pellizcan. En ocasiones, los/as niños/as intentan justificar la agresión diciendo que lo han hecho porque el pequeño estaba haciendo algo indebido.
- Desprecios e insultos. Comentarios despectivos que buscan ridiculizar y herir al otro.
- Delatar. El/la hermano/a mayor suele actuar de “chivato/a”, incluso en situaciones que han provocado ellos mismos. Intentan demostrar a los padres que el hermano no es tan bueno como piensan, busca ser colaborador y persiguen que los progenitores adopten medidas contra el pequeño.
- Cambio de conducta. El/la niño/a puede empeorar su comportamiento, aunque no sea inmediatamente, suele ocurrir cuando el pequeño se hace notar más, cuando alrededor del año comienza a hablar y a andar. Suelen negarse a hacer lo que antes aceptaban sin problemas, reaccionar de forma desproporcionada, contestar de malos modos o desobedecer.
- Regresión. Pueden presentar con el nacimiento del hermano comportamientos que tenían con menos edad: pedir de nuevo el biberón, hablar de forma más infantil, querer dormir con los padres o dejar de control de esfínteres.
- Atraer la atención de los progenitores. “Yo sigo estando aquí, no me olvidéis”.
- Expresar rencor o resentimiento. Los sentimientos negativos se dirigen hacia el/la hermano/a, que es percibido como rival, o hacia los progenitores como causantes de la situación.
- Hacerse la víctima. De esta manera reprochan a sus progenitores que él/ella sólo/a sufre, ha quedado desplazado y ya no le quieren.
- Mantener su situación privilegiada. Las conductas más agresivas, son una forma de mantener el poder, seguir siendo el dueño de objetos, de determinados espacios de la casa…
- Forma de rebeldía hacia los progenitores. En los/as niños/as más mayores, la rivalidad hacia su hermano/a pequeño/a es una forma de rivalidad hacia sus progenitores.
A continuación, planteamos una serie de consejos que nos ayudarán a conseguir este objetivo, y permitirán una significativa mejora en la convivencia.
Consejos para tratar los celos y las rivalidades
- Disponer de normas claras y concretas. Las normas no pueden ser abstractas ni llevar a equívoco.
- Establecer consecuencias si las normas se incumplen.
- Ser coherentes. Cuando los padres dicen que “sí” es que “sí”, y cuando dicen “no” es “no”.
- Elogiar y prestar atención a las conductas positivas.
- Enseñar a compartir ayuda a tratar los celos a largo plazo.
- Fomentar las relaciones familiares (establecer días o momentos a la semana para comunicar libremente sus vivencias, mantener contacto con la familia extensa, etc.)
- Hacer colaborador al /la mayor. Así se sentirá más integrado/ a y no se sentirá aislado/ a o rechazado/ a cuando los padres prestan atención al /la menor.
- Enseñar la manera adecuada de relacionarse. Enseñarle cómo actuar en situaciones conflictivas (como pedirle que le preste un juguete, que deje de molestarle…).
- Promover la responsabilidad. Hay que explicar al mayor por qué el /la pequeño /a necesita ciertos cuidados y por qué le consienten ciertas conductas.
- Atención especial cuando se porta bien.
- Evitar comparaciones.
- Procurar momentos de exclusividad a cada hermano (haciendo algo sólo con él o ella).
- Dejarle expresar sus sentimientos.
- No entrometerse demasiado en sus disputas (excepción siguiente).
- Se debe cortar la agresión. En caso de agresión la intervención debe ser inmediata. Los padres cortarán la agresión y prestarán más atención al niño agredido consolándolo, al otro hermano ni siquiera se le regaña en ese momento, para no prestarle atención y recompensar así su comportamiento.
- Trato individual y respeto a su intimidad.
- Ignorar conductas inadecuadas como pueden ser:
- Delatar al /la hermano /a o “chivarse” de sus comportamientos negativos para que los padres adopten medidas con él..
- Regresiones del comportamiento. Conductas más infantiles ya superadas ( que mama le dé de comer, piden de nuevo el chupete, muestran un habla más infantil…) Sin reprender estos comportamientos ni ridiculizarlos.
- Evitar que el /la pequeño /a sea una carga y que el mayor deba asumir su responsabilidad. En momentos puntuales puede supervisarlo, pero no de manera continuada o en situaciones que superan sus posibilidades.
- Aprovechar el juego para cultivar la relación entre los hermanos.